lunes, 15 de noviembre de 2010

LA SOMBRA DE DIOS


Donde ululan las tumbas
el esqueleto busca su liturgia
no habrá nunca tantas cicatrices
en las cenizas de los puños
para romper los muros y cadenas que me cercan.
lengua atormentada de orgías de sal
sacrilegios con incienso de nombres
nombres que mugen pálidos de sangre
En la hora de los siglos y de esquirlas

Desnudo, cuerpo de saliva negra y blanda arena
Crucificado por la fatídica furia de tu inminente sortilegio 
Oh alma de formas y de espinas
Prestidigitador de las aguas más inermes,
dadme tu mano y escupiré en las llagas
que la traición morderá su dicha
he negado la falacia de tu mito
mientras la erección de mi desdicha
reza en tus lúgubres prostíbulos-templos
de tu oscuro imperio.
Me miro en el espejo y veo la locura
Quien dijo que el delirio es el calvario
Es el placer de una ausencia de conciencia.
Talvez el cuervo me señale con sus garras de ángel en la víspera del caos.
No pondré empeño en la huida, dejare que mis alas formen la cruz de la derrota,
y la venganza será mi deleite, mi promesa fiel de destrucción. 

* Termínenos con el juicio de dios;
Colocando todo en un orden casi fulminante:

Ha llegado el despertar de las almas más sórdidas, tempestades de estirpes y de juicios que han dejado su seña de putrefacción en la tragedia humana.
Dios es un dictador y un opio que enmudece nuestros labios, los labios de la muerte.
El azar ha volcado su impune juego de ases sobre las mascaras con estigmas de rostros,
Muerdo la longevidad de oraciones, tan banales, casi envenenadas, que las manos del grito buscan el cáliz de la fe perdida, de la imposible fe.
Se habla de justicia divina, no creo que exista nada parecido, yo solo creo en la furia del hombre, en las llagas de la carne, y la miseria de castillos, el hombre es el lobo del hombre, hay que devorarnos, dejar las vísceras, abrir las cajas toráxicos, degollar los sexos, lamer la carne y los cerebros, desenterrar los ojos de los terrenos baldíos, y abrir las tumbas y profanar cada iglesia y cada virgen (poniendo un empeño casi religiosa en cada parte de su cuerpo), sin culpa y sin el mínimo remordimiento, la moral es la debilidad del cerebro, 
Que no nos engañen con infiernos para que la culpa goce su remordimiento,
Y que el chantaje no caiga en paraísos ni cielos absurdos.
Sembremos repulsión por la sotana, por los curas y las piedras nefastas
En lo único que creo es en la erección,  mi iglesia es lo bastardo
Ha llegado el tiempo de abrazar la Apostasía, ha llegado el tiempo de que dios llora en el infierno.
Un grito para recoger todo esto y una lengua para ahorcarme.


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