lunes, 15 de noviembre de 2010

ELEGIA PARA SARA


Sonrío de luto como rosa o vela que derrama un tibio y
ultimo suspiro, y quedan tus cabellos como dentaduras
ya vencidas por el lamento de los cementerios,
y busco en la caricia de un sudario el aliento de tus ojos de
vidrio y de raíces, y clavo mis uñas como desembocados
caballos sobre la lapida que hoy grita tu nombre,
ya no hay manos que me busquen en la noche,
palidece tu risa de río naciente y tu pecho de enjambre,
se pudrió la manzana de tu encía en un presagio de besos,
y navega en la espuma de un recuerdo la barca de papel que es mi espíritu.
solo encuentro huesos, un manto de sangre y ceniza
que recogí en un crucifijo donde ahogaré mi tibio corazón. 
 ¡Que tierra demacrada!, ¡que agua de ataúd que me detiene!
Ha muerto Sara.
Se escucha campanas sobre mis sienes blancas.
racimo de flores y un blues sobre tu tumba
para que recuerdes que somos inmortales.
Llegó la muerte con sus dedos demacrados para llevarla entre sus
hombros a un descanso de océano perpetuo, donde nacerán claveles
para iluminar tus senos como lámparas de sombra.
Ha muerto Sara, pero ya nadie escucha el duelo de los niños ciegos.
Sembraré tu cuerpo en la tierra intacta.
Cintura dormida, labios como redondas olas,
flores de tu vientre para mi descanso nupcial y primitivo,
catedral de mis profanos sacrificios, lirio de tu muslo
y caracola salada de tu ombligo.
ahora lejana, ahora de araña y de tiniebla,
Ha muerto Sara
coronas de incienso pregonan en el cielo tu callada despedida.
y recojo en el aire la inexorable estela de tu ausencia
Y te abrazo en el silencio con alma benevolente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario