lunes, 15 de noviembre de 2010

RESURRECCIÓN


Ave ensangrentada de oro
Aliento perdido en ceniza
La noche de los símbolos
Que socavó el fuego.
Las alas rodaron al linaje 
Del barro, hay semillas
En el infecundo follaje
De la carne.

Se elevo el Fénix
Por el mar de nubes 
Derruido cazador
De quintaesencia
El plumaje iluminado
De infierno
Resucita del diente
Roció de las llamas 
La amplitud perpetua de luz.
               

PRESAGIO DE LUZ


La alquimia del rostro esculpido en ceniza 
Se deshace en el arpa de las voces muertas
El aire menguaba su peso de espuma
En la oscura ceguera del primer astro.
Entonces me vi, vestido de ángel
Con garras de cuervo y rostro de acero.
Suplicio de luz, veneno de Áspides
En el corazón arcano del incendio.
La carcajada cruel de Nerval roza mis alas
De alabanza en el callejón exornado de cruces.

Sentaré a la muerte en mis muslos tibios
Para amarla.

SARA YA NO QUIERE HACER EL AMOR CONMIGO


No es tu sexo lo que en tu sexo busco,
 Sino ensuciar tu alma, Desflorar
Con todo el barro de la vida lo
Que aun no ha vivido.
Leopoldo Maria Panero
Navegar de mi látigo inerme en la catedral incierta de tu carne.
Solemne, carne sonámbula gimiendo en las corporales sombras
Escalofrió del látigo trepando por tus senos góticos
Donde extiende su tenaz poderío, y su absurdo imperio
Ese látigo, su furor incansable
Pongo hoy en tus manos y celebro sus llagas
Que galope la esperma hacia el placer de su dicha por tus ojos imposibles. 
Se formaba un lago de sudor en la tierra desierta de tu vientre 
Con los muslos vagos y las piernas abiertas en posición de oración
Como una catedral erótica en ceniza.
Invade mi alma tu aliento consagrado de espuma
Y fluye en mi erección tú beso sediento de piedra
Aunque la gélida lengua escarbe entre mis ruinas
Todavía conservo el vello de la entrepierna,
Aun fresco, talvez dormido en los nudillos,
Para anudar las muñecas con el cordel del semen seco,
Ante la virgen que los dos tenemos crucificada en el pecho
No había nadie en aquella habitación 
Nadie habitaba el mundo
Resbala el diente y abre la lapida del pecho
No tengas compasión de la herida
Juguemos a los trenzados órganos gimiendo en disonancia  
Abre el paladar reviviendo el goce
Crucifixión, saliva, pezón extinto y sexo ardiente
Abraza el éter del infierno con la cima de los dedos  
Que me acaricie la muerte mientras copulo con tu sombra
Ah mi falo, mi látigo inerme y su oración de fuego y esperma
Mitología  de elefante, succión de fluido y erección perdida
Empiezan las ruinas y el grito, las hordas.
Y atraviesa el semen la efigie para ser herido por tus labios             
Camino de garzas, húmedo pelo, sexo aniquilado, pezones púrpura
Exceso misterioso, muslos que se agitan, se agitan y se mueven
y se mueven buscando el filo de la espada, esa espada de carne
y secreción y fluido, que atraviesa la propia alma condenándose ella misma.
El influjo de los cuerpos, los senos locos, las caricias que nunca llegan,
La búsqueda del sexo, las erecciones,
El dolor el llanto la excitación, dame más, penétrame todavía tengo espacio
La ceremonia de nuestros ojos, el canibalismo,
Una tirada de dados no abolirá el azar, las bragas,
Los sexos se dispersan, prohibida la penumbra mientras
Los lobos nos acechan, carne, quejido horizontal, brutal espalda de gusano,
Piernas sin oficio, manos que son de hueso, paladar de semen.
EYACULACION

NARCISO ACUDE DICHOSO A SU ENTIERRO


Solo quiero por riqueza la belleza sin rival.
Espronceda


Los ancestros del polen, las arcadas manos del dios
Desnudaron el rostro letal del arcángel sin término.
Que espejo, que lago o fluido como crisol sostiene,
Los negros estandartes de divinidad perdida.
La belleza es mi dios, la efigie de la falsa idolatría
Con ella y en ella termina mi calvario, oh vástago
Escabel corroído donde las facciones condenan su manto
Quien pudiera enterrar la vanidad en ábsides de herrumbre
En templos o castillos donde el onix sobre negro empieza.
El bálsamo del ébano ante mi labio su corteza evoca
El sagrado aroma del incienso, el olor asfixiante de la muerte.
Hermoso ángel postrado ante el ojo humano, oh dicha
En mi rostro veo la alquimia del encanto, el sortilegio de los dones  
Necedad de la vejez por construir su enjambre en los surcos
Primarios, en los comunes miembros, en mis azules ojos devorados.
Se que me buscas Eco. Deja a los gusanos cariar tus dientes.
Yo soy la  quintaesencia, 
La podredumbre de ajenas manos me ha enfermado,
Aborrezco todo tipo de contacto, palidece mi máscara
Flébil sudor que mi frente empaña, fiebre oscurecida y reencarnada
El antifaz de lepra sigue mis huellas en el intacto bosque de espejos. 


ÉXODO DE ARENA


Siempre regreso a la misma orilla
donde el mar cesa su majestad de fuego
labriego perdido, labrador de ausencia
soy solo arena, cualquier oleaje me destruye
me deja sin escamas, cualquier viento…
el recorrido de tu cuerpo,
fanal inquisidor de mi navío
soy solo arena, los espasmos de sal
el mar derruido de furia
todo lastima mi fútil geometría
que queda de las huellas en mi tacto,
gaviota de luz sin recorrido aéreo
soy solo arena esparcida en los desiertos
en la orilla de la espada, en la boca del fagot
tus pies descalzos en mi superficie antigua
el roce ultimo de tus manos rompiendo el
horizonte arado de mis labios sin forma
soy solo arena  incontable en tu desierto
en tus abismos de sed, en tu mar de saliva
siempre regreso a la misma orilla
a morir en la diagonal esfera de sequía
o en el sueño oculto de la lluvia
recorrí los siglos del barro, para ver
la arquitectura de tu enjambre
de tus ojos líquidos de estatua,
son arena; mis venas, mi cuerpo
mi sangre, mis huesos.
soy solo arena envuelta en el sudario de la luna
sin soles en las manos, ni rostros de espinas
el viento me esparce, me deshace
me hace emprender un ignorado viaje
sin rumbo de invierno ni brújula de vidrio a la deriva
cubro el pelambre de los lobos bajo el alba,
soy la niebla de polvo en las batallas
abrigo a los muertos en sus tumbas terrenales
soy alimento para los gusanos de la culpa
custodio al cadáver y me profano de sangre
seré tu lecho de muerte, y beberé tus labios,
y entonces serás ceniza, serás arena infinita
esparcida en los desiertos,
en la orilla de la espada, en la boca del fagot.
cualquier oleaje te destruirá
te dejara sin escamas, cualquier viento…
serás solo arena, los espasmos de sal
el mar derruido de furia
todo lastimara tu fútil geometría
cuervo de la noche en recorrido aéreo
serás la superficie de unos pies descalzos
y el roce ultimo de algunas manos romperán el
horizonte arado de tus labios sin forma
en los abismos de sed, en el mar de saliva
regresaras siempre a la misma orilla
y el viento de la noche te esparcirá
por el alba y el poniente para morir bajo el diluvio
en la diagonal esfera de sequía
o en el sueño oculto de la lluvia
recorrerás los siglos del barro
serás solo arena envuelta en el sudario de la luna
sin soles en las manos, ni rostros de espinas
cubrirás  el pelambre de los lobos bajo el alba
serás la niebla de polvo en las batallas
abrigaras a los muertos en sus tumbas terrenales
serás alimento para los gusanos de la culpa
custodiaras al cadáver y te profanaras de sangre
serás mi lecho de muerte, y beberás mis labios,
y entonces, y al final, seremos solo arena,
arena indescifrable, arena muerta. 
Juntos los dos, sin tacto, sin profundidades.



LA SOMBRA DE DIOS


Donde ululan las tumbas
el esqueleto busca su liturgia
no habrá nunca tantas cicatrices
en las cenizas de los puños
para romper los muros y cadenas que me cercan.
lengua atormentada de orgías de sal
sacrilegios con incienso de nombres
nombres que mugen pálidos de sangre
En la hora de los siglos y de esquirlas

Desnudo, cuerpo de saliva negra y blanda arena
Crucificado por la fatídica furia de tu inminente sortilegio 
Oh alma de formas y de espinas
Prestidigitador de las aguas más inermes,
dadme tu mano y escupiré en las llagas
que la traición morderá su dicha
he negado la falacia de tu mito
mientras la erección de mi desdicha
reza en tus lúgubres prostíbulos-templos
de tu oscuro imperio.
Me miro en el espejo y veo la locura
Quien dijo que el delirio es el calvario
Es el placer de una ausencia de conciencia.
Talvez el cuervo me señale con sus garras de ángel en la víspera del caos.
No pondré empeño en la huida, dejare que mis alas formen la cruz de la derrota,
y la venganza será mi deleite, mi promesa fiel de destrucción. 

* Termínenos con el juicio de dios;
Colocando todo en un orden casi fulminante:

Ha llegado el despertar de las almas más sórdidas, tempestades de estirpes y de juicios que han dejado su seña de putrefacción en la tragedia humana.
Dios es un dictador y un opio que enmudece nuestros labios, los labios de la muerte.
El azar ha volcado su impune juego de ases sobre las mascaras con estigmas de rostros,
Muerdo la longevidad de oraciones, tan banales, casi envenenadas, que las manos del grito buscan el cáliz de la fe perdida, de la imposible fe.
Se habla de justicia divina, no creo que exista nada parecido, yo solo creo en la furia del hombre, en las llagas de la carne, y la miseria de castillos, el hombre es el lobo del hombre, hay que devorarnos, dejar las vísceras, abrir las cajas toráxicos, degollar los sexos, lamer la carne y los cerebros, desenterrar los ojos de los terrenos baldíos, y abrir las tumbas y profanar cada iglesia y cada virgen (poniendo un empeño casi religiosa en cada parte de su cuerpo), sin culpa y sin el mínimo remordimiento, la moral es la debilidad del cerebro, 
Que no nos engañen con infiernos para que la culpa goce su remordimiento,
Y que el chantaje no caiga en paraísos ni cielos absurdos.
Sembremos repulsión por la sotana, por los curas y las piedras nefastas
En lo único que creo es en la erección,  mi iglesia es lo bastardo
Ha llegado el tiempo de abrazar la Apostasía, ha llegado el tiempo de que dios llora en el infierno.
Un grito para recoger todo esto y una lengua para ahorcarme.


AUTOBIOGRAFIA


Empieza la locura;
Amante del insomnio y maestro del monosílabo; si no ya.
Le gusta leer a Rimbaud adentro del ropero de alguna mujer casada
Y salir improvisando el mejor baile de excusas fabricadas.
Rehusó sus nombres para hacerse llamar en comodidad de los espantapájaros: Calih.
Militante de la poesía de bolsillo.
Guitarrista de jazz en las mañanas y vampiro cariado por las noches.
Cansado de sus múltiples personalidades que le nacen por las noches;
La de poeta alcohólico y de chaqueta, la de músico misántropo en el gallinero, y la de- esta es su preferida- actor porno con muñecas inflables.
Cansado sobretodo, de estar tanto tiempo consigo mismo.
En estas condiciones, creo sinceramente que lo mejor es tomarse una capa de gasolina y encender, con toda tranquilidad, un cigarrillo.

LA CRUCIFIXIÓN DE SAN PEDRO



Ya ni los ponientes recordaran nuestro adiós
último en la noche que se aleja            
eran doce los rostros en la estatua del destierro
los clavos perforando la carne, la geométrica herida
la cruz inclinada al cielo, rígida al ocre de espadas
árido fulgor de la derrota, monumento de la iglesia
que en mi sucumbe, los parpados cerrados
el aliento cóncavo, la cruz invertida.
Ahora se lo que tú sentiste en la noche de los rezos 
la deposición de tu cadáver,  la boca de escombros
insospechado escorzo que el brutal ojo nunca alude,
sudario de mi sangre que no resucita a los tres días,
Sórdido amanecer que para mi no existe
porque me condena el exilio que la religión otorga.
Abrazo del verdugo que socavó lo débil
mis pies en la penumbra para sostener mi cuerpo
en el íntimo roce de plegarias que Dios no escucha
muerto en el lienzo, sepulcro de los labios
se que el cielo no existió, tu fe era falsa
y falso el glacial de tus palabras y oraciones vanas
polvo en el ámbito de pinceles y manos torpes .
Dios, no los perdones, porque si saben lo que hacen
Asesina su estirpe, destruye el refugio de sus almas
En la vespertina hora de los lobos negros.
hambre del pecado, furia de la página, miedo del apóstol
me dejo morir como el ciervo que reposa ante la muerte
porque el hierro de los clavos detienen mis manos
y la vejez censura  mi orgullo, mi fe clandestina
Clavado en la cruz bajo el ocaso,
con mi cabeza rezándole a la tierra
pienso en la tiniebla, en el puñal, en la espada,
y en la muerte de aquellos que hoy sueñan mi muerte.  

MACAS, 8:30 P.M.



“La ciudad ira en ti siempre, volverás
A las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegara tu vejez;
En la misma casa encanecerás.”
 Kavafis


Macas así te recuerdo:
Como cuerpo desnudo que gime azotado por caballos
Como fruta nocturna derramada en la plegaria de lo humano.
Como un iceberg de origen que baña el ombligo de los astros
¿Que aliento divino liberó este continente de equilibrio?
Hogar vertical de siglos y sagrarios, fuente de cosecha.
Selva de bellas noches y claveles desvenados.

Oh lejana de mis parpados, horizontal pulso de vigilia.
El exilio como perros noctámbulos lamía mis llagas de saliva. 
Camino por calles que no recuerdan ni sus nombres.
Daría este trasnochado coro de edificios
Por tu cielo raso, por ver el ave ensangrentada
Que llorara en el racimo de las aguas
Para humedecer tú campo.

Como volver.
Como sembrar mis huesos en tus fachadas ociosas,
En tus árboles que se acuerdan de las fechas.
Como enredarme en tus brazos.
No quiero ver semáforos, ni plazas públicas
Me canso la soledad atroz de los relojes,
El alumbrado de la gran ciudad con su condena de sonámbulo me aburre
Me avergüenza la coca cola  light y los raros electrodomésticos
Me cansó el tráfico de insomnio que nos ata a las
Lágrimas y a la feroz locura de buses y de llaves.
A los rostros de estrés oscurecidos como juicios.

Macas así te recuerdo;
Como Venus de mito y tierra de estirpe, 
Como sed que ansía los rebaños de la sal, como grito de réquiem
Aunque todo esto se disuelve en una nostalgia de asfalto
Y solo queda el sordo llanto de mi ciudad que se aleja.



EL CUADRO


Substancia de sombra, llaga atroz de la tierra
En que sumerjo mis descalzos ojos
Para no ver la mano exigua en los surcos del lienzo
En la víspera del parpado descorriendo el hexágono
(Lumbre del bálsamo, saliva de los lobos).

Hoy -1653- un cuadro teje los muros de Florencia
El sacrificio lúgubre que anido en los siglos
Ha sido consumado.
Esquirlas de voces que el pincel converge
Un ovillo póstumo de colores y rostros
(Arcano de espuma, ave de arena)

Caravaggio pinto la muerte.
Ignorando que el banal y frágil tiempo destruye la historia
El laberíntico destino de la duda.
(Ópalo de seda, gemido del fuego)
El arcángel ha sido asesinado.


TZANTZA


La selva muge con dulce furia
mientras la niebla arrastra la arena del pecado
y se escucha la voz ausente del que duerme sin alma,
lóbregos pájaros con convicción de arcángeles
el lobo mastica fiel su pureza,
la premonición de la oscura muerte que se aleja
cantando el vals de medianoche.
¡Que luna de trigo que aletea
que luz mas hiriente de colmillos de abeja!
el cuchillo se alzó como un ave y reverberó
sobre la yugular poderosa,
la tribu y el latido de tambores que derrama la victoria,
empieza el ritual, ulular de la vieja que gime poseída
por la liebre, la cabeza sumergida en la olla
oxidada de huesos.
He matado;
me siento shamánico, comedor de ancestros, andino.
los hilos de humo dejaron los parpados abiertos
y la boca inhabitable,
sobre el pelo roía la ceniza de la guerra.
¡Que luna de trigo que aletea
que luz mas hiriente de colmillos de abeja!
se abren los ojos del sueño inerme y despierto
degollado, los labios cocidos de gusanos y los ojos devorados,
bravía lanza, me condenó mi vanidad de armadillo.

Poeta:

Hoy vago por un bosque de sombras,
los muertos me señalan con sus dedos podridos, me llaman:
el guerrero que olvido cerrar los parpados del otro.
“El sin Cabeza”
Me abrazó la muerte mientras la diosa dormía;
amarga, mansa como pétalo de fuego.
¿Cómo aceptar este rostro de humedad que poseo?
¿Sin dientes he de morder la corteza de venganza?

Ahora rezo mis plagarías azules;
para redimirme, para volver a la otra orilla del circulo blanco.

EVANGELIO


Esa brevedad infatigable con la que
usas los conjuros, ese navío que ha de
encallar en cualquier ola extraviada
de tu espalda, esos naufragios de intimidad,
la penumbra y luego el relámpago,
ahogado sigo en la urgencia de buscarte,
y talvez no encontrarte para hacer más
tormentosa la víspera de los eclipses,
y apareces de pronto con ese fatigado andar
que rompe la rutina de mis pretextos
y me lleva a quietud,
a buscar las arpías que ame en el desierto
para separarme de una vez de los milagros.
Sollozare en el mar con mi cabeza de minotauro
acariciada por el labio de tu espada,
y apartando las manos de los ojos estancados 
contemplemos la luz sobre nuestros cuerpos
todavía de arcilla,
al espejismo que ahora nos aborda.   
Este brote de amor que me lastima
esta lastima de haberte lastimado
eres tan antigua que me es difícil clausurarte.
Arrancare la tierra con mis uñas arcaicas,
de tiempos indivisibles y holocaustos
para el evangelio de nombres en espiral
que en la última llamada decidieron disecarse.
Te debo tantos orgasmos y vos 5 erecciones,
Y ni con dios y el diablo de aliados pagare
mi delicada deuda de sudor y semen.
ahora te veo de lejos con mi ojo de cíclope
y muy lentamente me aparto del camino
con un gesto de ahorcado, y un ataúd de cera
sobre el pecho, y con aire banal y de fracaso;
Sonrío.


NEFERTITTI



La fatídica luz que apresa tus labios,
Que envejece en la inasible orquídea 
En el estéril manto de la sombra egipcia
Como un crucifijo en que pendùla mi alma.
Cuerpo de estupor, cabellera naciente
Ávida boca, de desierto, de furtivo cadáver que sueña,
Oh bella nefertiti que en la seda gimes
Amapola de piedra que cavilan los dioses
En mi vigilia ultima.
Nefertiti, convexa figura animal
Flechas difusas en el vástago de espejos
El rumor alado del llanto de Osiris
Como el artificio de muerte,
Para evocar tú nombre, espectral de ausencia.

ELEGIA PARA SARA


Sonrío de luto como rosa o vela que derrama un tibio y
ultimo suspiro, y quedan tus cabellos como dentaduras
ya vencidas por el lamento de los cementerios,
y busco en la caricia de un sudario el aliento de tus ojos de
vidrio y de raíces, y clavo mis uñas como desembocados
caballos sobre la lapida que hoy grita tu nombre,
ya no hay manos que me busquen en la noche,
palidece tu risa de río naciente y tu pecho de enjambre,
se pudrió la manzana de tu encía en un presagio de besos,
y navega en la espuma de un recuerdo la barca de papel que es mi espíritu.
solo encuentro huesos, un manto de sangre y ceniza
que recogí en un crucifijo donde ahogaré mi tibio corazón. 
 ¡Que tierra demacrada!, ¡que agua de ataúd que me detiene!
Ha muerto Sara.
Se escucha campanas sobre mis sienes blancas.
racimo de flores y un blues sobre tu tumba
para que recuerdes que somos inmortales.
Llegó la muerte con sus dedos demacrados para llevarla entre sus
hombros a un descanso de océano perpetuo, donde nacerán claveles
para iluminar tus senos como lámparas de sombra.
Ha muerto Sara, pero ya nadie escucha el duelo de los niños ciegos.
Sembraré tu cuerpo en la tierra intacta.
Cintura dormida, labios como redondas olas,
flores de tu vientre para mi descanso nupcial y primitivo,
catedral de mis profanos sacrificios, lirio de tu muslo
y caracola salada de tu ombligo.
ahora lejana, ahora de araña y de tiniebla,
Ha muerto Sara
coronas de incienso pregonan en el cielo tu callada despedida.
y recojo en el aire la inexorable estela de tu ausencia
Y te abrazo en el silencio con alma benevolente.



APOCALIPSYS


De pronto la negra estela de sombra
Cubrió la cuidad infinita
El goce muerto del llanto y el bastardo
Desinterés por la vida opaco el cristal
De los automóviles y las calles como
Espinas en un rictus de ahogada esperanza
Tus manos temblaban en la mitad de mi rostro
Y mi rostro buscaba tus rodillas.
-no podemos huir de la isla de los desesperados-
La oración del fuego limpiaba su condena
Entre escombros de falsa idolatría
No recuerdo tus últimas palabras, ni tampoco tus gestos
Guarde la imagen de tu muerte,
Como una cruz para mis ojos muertos.

SAFO DE LESBOS


Como impedir que las manos jamás se junten
En el jardín que las condena.
Estigma de acequias, leche de los muertos.
Muda estela de tu voz que recorre los patíbulos de sombra
El ocre de las fuentes, los huesos traspasados de la espina.
Hay vaho en el tapiz en que tus dedos desnudos anhelaron
La imposible y unánime inmortalidad del mármol.
Benévola, efigie de hiedra, azar de adormideras. 
La lentitud del fuego que bifurca tu santuario
No ahuyentó a la muerte que lamía tus tobillos aún de cera.
Lienzo sempiterno de luto, funeral oscuro de los labios
Para rescatar del olvido la cópula del rostro y de los signos.
Cristal de antigüedad, substancia de barro y agonía.
Safo inclinada en la penumbra reza su raída oración de hastió.

LA MISA DEL DOMINGO


Empieza la ceremonia de los vestidos caros, de los mártires de zapatos bien lustrados, de los fraticidas con la piedra escondida en la espalda que se arrepienten con banal asfixia, de los pecadores del sudor, y de las monjas y las putas que no escondieron su
Pasado. Ya estamos todos, listos para que se abra el telón de la misericordia y la falacia, y entre el sacerdote con los hilos de marioneta invisibles, y la daga de alfarero en la sotana. Busco alrededor  de las paredes; manantiales, ministros, alacranes, hojas de diarios íntimos, sonrisas de cualquier bufón extraviado, nudistas que ya no buscan su oleaje amargo en cualquier marea, estampillas, limosneros con oro en los bolsillos, lámparas, strip-tease de santidad que no delaten mi ausencia, y sin embargo encuentro multitudes de larvas y vampiros con insomnio en las voces y ese letargo inusual en los ojos, que me hace volver la vista hacia las iglesia y los circos, esos lugares apocalípticos para descansar después de una semana de escandalosas orgías y refinados fuegos.
Sigue entrando la gente escondida de brazos, las señoras con sus copetes de arrepentimiento, y sus collares de lujuria.
Entran a esta selva de imágenes y estatuas que no escuchan una puta plegaria,
A esta jungla de cristales sudorosos, con forma de espíritu y de agua.
Buitres listos para el incesto, lamiendo la infamia con amable ferocidad
Hienas con mandíbulas precoces para la muerte y la usura, escorpiones con su afilado aguijón para mantener viva la felicidad por el alba, y todos nos abrazamos como puercoespines por la dicha del vino, mientras yo lloro de alegria por estar bañado por la luz de la creciente tiniebla, y heme aquí gozoso y nuevamente santo.
Hemos dado un nombre a todos nuestros miedos; dios, y vivimos aterrados a los jolgorios del mañana con evangelios misteriosos y divinidades genocidas que terminaron por usar marcaras y rehusar las comunidades de gente y esconderse en las madréporas y en los túneles de paja-ros y lo demás vuelve a ser frió y plegaria.
Yo por mi parte me confesare un poco y dejare mis pecados al cuidado de otro, (ese otro que también me habita y que también me ama, como dijo jotico recitando a DJ)
Ese otro, ese ser que esta para autorizado (no se por quien, pero esta autorizado bajo la negra sotana)  para justificar nuestras culpas.
La vieja muge por su mal cometido, pero saldrá absuelta por sus 20 centavos de limosna, mientras afuera del castillo y sobre la bruma un niño se quedo con la mano extendida, con la cara oscurecida de hambre, y el corazón en la garganta.
Mariana llora por el despertar de su cuerpo, por la odisea de unos dedos como esfinges hacia la cima de sus miserias, llora por un vago susurro, llora por su sexo, por ahora la minifalda y el brasier serán para la noche. Cabaret de polvo, libélulas nadando en su firme ombligo, sueño entreabierto hacia el fantasma del retorno. La hoguera del sudor olvida y reclama nuestros nombres.
Mientras el cura abre su hocico para el vino sagrado con ávida devoción, se abren las puertas en una franja de humus, y en un rodar de suplicio aparecen unos tacos que desbordan ese deseo generoso de ver un buen culo, pero estoy en misa y tengo que cuidar mis palabras por poéticas que sean.
Se termina el teatro y luego de la estocada final el alma empieza a desbordarse.  
Salimos los leprosos castrados de pecado, para seguir matando, para volver a la jauría

Nota: no puedo seguir escribiendo mas la diosa del sueño empieza a domar mis parpados de jaguar asesino, mañana temprano deberé estar en misa,Yo soy el puto sacerdote.

Poema I

Me engaña este aliento que aletea sudoroso,  
Por la única prenda tuya que quedo en mi cama, 
la observo; desafiante, con la duda de                                                     
que exista algo en su vestigio que
pueda llamarse; tu cuerpo.                                                             
una camiseta roja de cuadros                                                              
-pero yo pienso que es brassiere-                                                                   
la desolada prenda que amansa esta                                                   
soledad incomunicable.                                                                                   
Entonces, me paro frente al espejo                                                         
e imagino la circular forma que dibujarían tus                                      
pechos al estar encerrados en este trapo                                                                
que te espera incansable,
o el eco sediento de tu cadera entrelazada                                                          
 a mis dedos de sierpe que reptan por                                                          
los hilos que retumban lo infinito.                                                  
Ahora estas lejos, engordando en otros brazos,                                                              
tratando de ser cada día menos mía,                                               
despintando tu boca en una boca agria,                                  
 mientras ese cigarrillo -humeante, alegre, ultimo-                                   
que se consume al borde de la lámpara,                                               
festeja que has hecho el amor con alguien,                                  
Y luego se derrumba; de ceniza de testigo de culpable.                                 
 Como ave de rapiña desgarro ese simbólico                                             
 de tu cuerpo en otro cuerpo                                                                                  
 y me quedo tendido con el aire sexual  de tu distancia.
Y sé que al otro lado del océano, gimes,                                                    
te agitas con desesperada lujuria                                                  
cuando mi estremecido placer solitario                                              
 busca el brassiere en las altas horas de                                                                        
una desvanecida erección.                                                                        
Luego te invoco, y te desvisto ante la sombra                                                 
de los buitres que te persiguen desde la otra orilla                                                  
y eres mía, eres mansa y desolada                                                                                           
 y carroñera  y también fantasma,                                                               
o eres solo ese trapo viejo que te espera incansable                                   
al que le doy vida llamándole por tu nombre,                                          
y borrando su memoria con una lluvia de semen                                      
que resbala en línea recta hacia el montón de                                 
escombros que dejamos de nuestro amor.